viernes, 15 de noviembre de 2019

Hora Santa en reparación por bendición de boda de pareja del mismo sexo en iglesia católica en Austria 131119



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por la bendición de una boda entre personas del mismo sexo, llevada a cabo en una diócesis austríaca. Para mayor información acerca del lamentable suceso, se puede consultar el siguiente enlace:


Canto inicial: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

Por pertenecer al orden sobrenatural, la gracia concede al alma virtudes no naturales sino sobrenaturales y divinas, como lo enseña Santo Tomás, porque esto pide la perfección de la gracia, por servirnos como de nueva naturaleza y ser justicia sobrenatural, que hace justos santos a aquellos que la tienen[1]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que siempre deseemos poseer y conservar la nueva naturaleza divina de la que nos hace partícipes la gracia santificante!

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

La gracia, hace al hombre nueva creatura y le sirve de una naturaleza divina, pide en consecuencia tener principios intrínsecos y facultades competentes para obrar en toda materia proporcionadamente a su fin último sobrenatural, porque al ser se sigue el poder y al poder el obrar; es decir, conforme al ser ha de ser el poder y conforme al poder el obrar, de manera que el que tiene la gracia tiene un nuevo ser, la participación en el ser divino; tiene un nuevo poder, la participación en el poder divino y tiene un nuevo obrar, la participación en el obrar divino. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que siempre vivamos en gracia, para ser, poder y obrar según la naturaleza divina que nos da la gracia!

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

De la misma manera a cuando se le da al alma las potencias naturales, para obrar, en el momento en que es creada, así la gracia da, en el momento en que se infunde en el alma, sus potencias sobrenaturales conforme a su ser y estado divino, que son las virtudes infusas y sobrenaturales[2]. De modo que el hombre en gracia no obra ya más como un ser puramente natural, sino como un ser que participa del Ser Divino de la Trinidad. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que siempre estemos en gracia para obrar según Dios y no según nuestros deseos y capacidades humanas!

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

La gracia es verdadera justicia sobrenatural y santidad del alma, por lo cual debe ser principio de que obre en todo justa y santamente y así ha de traer consigo todas las virtudes necesarias para poder obrar obras justas, santas y sobrenaturales; por eso trae consigo todas las virtudes infusas que la adornan, hermosean y fortalecen. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que por la gracia obremos obras de misericordia y caridad, tal como lo hicieron los grandes santos de la Iglesia!

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Afirma un autor que “por la gracia se hace el hombre amigo verdadero de Dios y amor tiende a transformar al amante en el amado, dándose a sí y a todos sus bienes. Para lo cual no tiene tantas fuerzas el amor creado, pero el amor eterno e increado de Dios, une a Dios con el hombre, no sólo por el afecto, sino juntándole con efecto, entrando Dios en el alma en gracia y comunicándole de sus riquezas divinas y en cuanto es capaz, sus atributos soberanos, haciéndola partícipe de sus perfecciones divinas y así la infunde junto con la gracia las virtudes infusas, que son unas participaciones de los atributos divinos”[3]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que siempre obremos, por la gracia, obras divinas y no meramente humanas!

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.




[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 279.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 279.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 280.

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