jueves, 29 de agosto de 2019

Hora Santa en reparación por persecución sangrienta de cristianos por parte de Boko Haram en África 260819



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por la persecución sangrienta sufrida por cristianos en África a manos de la secta fundamentalista islámica Boko Haram. Para mayor información, consultar en el siguiente enlace:


         Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

         Por la unión que Cristo procura, por medio de su Cuerpo y su Sangre contenidos en la Eucaristía, con el cuerpo y las almas de los que viven en gracia y lo reciben dignamente en la Comunión Eucarística, todo cristiano debería tener un amor inefable a Cristo[1], no bastando esta vida ni las eternidades de eternidades, para agradecer al Cordero de Dios un don tan inefable, el darse a Sí mismo en el Santísimo Sacramento del altar para que el alma se goce y alegre en su posesión. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que postrados ante el sagrario, demos siempre adoración y acción de gracias por el inefable Sacramento del altar!

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

El justo que, en estado de gracia y con fe, piedad y amor comulga para recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús y así unirse a Él del modo más íntimo posible entre Dios y la creatura, debe considerarse más afortunado que los ángeles más afortunados, es decir, de aquellos ángeles que están ante el Trono de Dios[2]. Esto es así porque, habiendo ingresado en nuestro cuerpo por la comunión de rodillas el Cuerpo sacrosanto de Cristo, nuestra carne queda “más pura que el cristal, más limpia que el oro sacado del crisol, más resplandeciente que las estrellas; más blanda que la cera, más devota que la misma devoción y más espiritual que los ángeles y a todo gusto del sentido más muerta que los mismos muertos”.

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

         ¡Cuánto duele ver a los cristianos buscar la felicidad en lugares mundanos, en donde jamás la encontrarán! Las vidas de los cristianos se verían transformadas para bien, si vieran no sólo la eficacia de los Sacramentos y en particular el de la Eucaristía y no pusieran impedimento a la gracia[3]. ¡Cómo cambiarían sus vidas, si sólo se acercaran a Cristo Eucaristía y probaran el Amor de su Sagrado Corazón Eucarístico, allí encontrarían la felicidad que sus corazones anhelan en todo momento!

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

         Muchos cristianos no encuentran, lamentablemente, el gozo y la alegría en el Santísimo Sacramento del altar, porque ni se preparan adecuadamente para recibirlo –lo hacen en forma distraída, mecánica, como si comulgar fuera ingerir un poco de pan-, ni tampoco hacen meditación y acción de gracias luego de recibir la Sagrada Eucaristía –se entretienen con pensamientos mundanos, por ejemplo- y así todas las gracias, todo el Amor y todo el gozo que Cristo Eucaristía quería darles a sus corazones, no se los puede entregar, porque sería como arrojarlos al vacío[4]. ¡Que no seamos descuidados en la comunión, Nuestra Señora de la Eucaristía, y que comulguemos siempre con amor, fe y adoración!

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.   

Quinto Misterio.

Meditación

Quien quiera gustar del Amor de Dios que Él vierte en cada Comunión Eucarística, debe procurar un cambio radical de vida, porque no puede disfrutar de este Amor Divino contenido en el Sagrado Corazón Eucarístico, si antes de comulgar su propio corazón está volcado a las cosas del mundo y si después de comulgar, sigue tan campante en su mundanidad, como si no hubiera recibido al Manjar de los manjares, la Carne Eucarística del Cordero de Dios. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, despierta en nosotros un gran deseo de comulgar, precedido por el amor y la adoración, para que el Amor de Jesús Eucaristía reine en nuestros corazones!

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Cantad a María la Reina del cielo”.

        
        


[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 225.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 225-226.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 226.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 226.

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