viernes, 30 de agosto de 2019

Hora Santa en reparación por danza sacrílega homosexual en antigua iglesia católica en Canadá 110819



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la ofensiva danza homoerótica llevada a cabo en antigua iglesia católica de Canadá. Para mayor información de este lamentable hecho, el siguiente enlace:


         Canto inicial: “Tantum ergo, Sacramentum”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

         En el Evangelio, Jesús oró al Padre pidiendo que los cristianos seamos “una sola cosa” (cfr. Jn 17, 21) con Él, así como Él y el Padre están el uno en el otro. Esta petición se cumple en la Eucaristía: por ella, al unirnos al Espíritu de Cristo, nos unimos a los espíritus de los justos y los bienaventurados, entre ellos y principalmente, la Madre de Dios[1]; pero también nuestro cuerpo, al unirse sacramentalmente al Cuerpo de Cristo contenido en la Eucaristía, se une en cierto modo al cuerpo de todos los bienaventurados que en el Espíritu están unidos a Cristo, cumpliéndose así el deseo de Cristo de que los cristianos y Él seamos “una sola cosa”[2].

          Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         Afirma un autor que la “admirable sabiduría de Dios halló el modo para que todos los justos fuesen una sola cosa, tal como lo había pedido la Verdad Encarnada, Cristo Jesús. Y esta “sola cosa” no es por sólo la unión en un solo espíritu por la Divinidad de Cristo, sino también siendo una sola carne por la unión con la sacrosanta Carne de Cristo”[3], la cual recibimos en el Pan vivo bajado del cielo, la Eucaristía. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que siempre seamos uno con Cristo en la Eucaristía!

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

San Pablo dice que “muchos somos un mismo cuerpo en Cristo y cada uno es miembro del otro”[4] y esto, según algunos autores, se refiere a que “no es sólo un cuerpo considerado de manera mística y general, sino propia y corporalmente, porque todos, realmente, nos unimos y juntamos con el Cuerpo de Cristo Nuestro Redentor en la Eucaristía”[5].

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

Porque formamos un solo cuerpo con Cristo es que, quien comulga, debe considerar y guardar con mucho celo la pureza de su cuerpo y su alma: su carne debe ser espiritual y pura, pues se hace un cuerpo con el cuerpo de los Santos y de la Madre de Dios, al comulgar el Cuerpo de Cristo[6]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nuestras mentes y cuerpos estén siempre puros por la gracia, para así poder recibir a Jesús Eucaristía dignamente!

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.   

Quinto Misterio.

Meditación

Estimemos esta dignidad de ser unos con el Espíritu Santo y con todos aquellos que fueron templos del mismo Espíritu Santo[7] y, por eso mismo, guardemos con celo nuestra mirada, nuestros pensamientos, nuestras acciones, para que nada impuro o indigno de Dios llegue a afectarnos, siendo como estamos, llamados a ser también nosotros morada de la Trinidad y Templo del Espíritu Santo y nuestros corazones, otros tantos altares y sagrarios vivientes en donde se ame y se adore únicamente a Cristo Eucaristía, Nuestro Dios y Señor. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca amemos ni adoremos a nada ni nadie que no sea Jesús Eucaristía!

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

        


[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 227.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 227.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 227.
[4] Rom 12.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 227.
[6] Cfr. Nieremberg, ibidem, 228.
[7] Cfr. Nieremberg, ibidem, 228.


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