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El profanador de la Sagrada Eucaristía, en uno de los momentos en que se burla
de la Presencia Sacramental de Nuestro Señor Jesucristo.
Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el
rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación eucarística a
manos de un hombre que, sabiéndolo o no, cometió un horrible sacrilegio, al
comulgar con la mano y luego, en vez de llevársela a la boca, como debería
haber hecho, salió con la Eucaristía en la mano, burlándose de ella y luego
colocándosela en el ojo, a modo de monocular, continuando con su burla hacia la
Sagrada Eucaristía. Si bien ya hicimos una Hora Santa en reparación por el
hecho, puesto que circula un vídeo con la “segunda parte” de tan horrible
crimen, nos vemos en la obligación de realizar una nueva Hora Santa en
reparación por este monstruoso crimen, pidiendo al mismo tiempo la conversión
de esta pobre alma, que “no sabe lo que hace”. La segunda parte de la horrible
profanación eucarística se encuentra en el siguiente enlace:
Canto inicial: “Adoro Te devote,
latens Deitas”.
Oración
inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te
adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran,
ni te aman” (tres veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido.
Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado
Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación
Es
muy común, entre los seres humanos, que los buenos hijos honren a los buenos
padres con buenas obras. De esta manera, reflejan dos cosas: por un lado, que
la buena educación y buena enseñanza han hecho efecto en las almas nobles, pues
a la buena educación responden con buenas obras; por otro lado, que son eso,
precisamente, almas nobles, que aman a sus padres y que, en acción de gracias,
obran estas obras buenas para agradar y agradecer a sus padres por la buena
educación. Pues bien, lo mismo debe suceder entre el alma que ha recibido la
gracia inapreciable de la filiación divina y Dios: en acción de gracias y en
reconocimiento por un don tan inmerecido y grandioso, el alma que ha sido
adoptada como hija por Dios, debe hacer obras buenas y sólo obras buenas, para
así agradecer a Dios por tan inmenso don.
Silencio.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación
Entonces, más allá del amor que debemos a nuestro Padre
Dios, debemos obrar de manera tal de demostrar que somos hijos de tal Dios y
esto no puede ser de otra manera que por medio de obras buenas que, más que
buenas, deben ser obras de misericordia. Afirma San Agustín[1]
que Varrón decía ser cosa muy provechosa para la república que entendiesen los
varones fuertes, aunque fuese falso, que eran hijos de los dioses, para que de
esta manera, confiado el ánimo humano de su linaje divino, se atreviera a
anhelar cosas grandes y elevadas; las ejecutase con fervor y resolución y las
finalizara con seguridad. ¡Cuánto más debemos hacer nosotros, que es verdadero
que somos hijos de Dios adoptivos por la gracia y Dios por participación;
cuánto más deberíamos nosotros obrar obras no de humanos, sino de Dios –las obras
de misericordia corporales y espirituales- pues hijos de Dios en verdad somos!
Silencio.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación
Entre los paganos, la idea de ser descendencia de dioses
falsos los alentaba a grandes empresas, casi sobrehumanas. Por ejemplo,
Alejandro Magno estaba convencido que era hijo de un dios falso, lo cual fue el
aliciente para convertirse en uno de los más grandes estrategas de la historia.
Otro caso es el de Teodorico rey, quien alentaba a uno que adoptó como hijo, a
hacer obras dignas de un hijo suyo, con estas palabras: “Tal persona te adopta,
que te estremecerás de tu linaje”. Si esto sucede entre paganos, cuyos linajes
pretendidamente celestiales son falsos, quienes están en gracia, puesto que son
verdaderos hijos adoptivos del Dios verdadero y único, deben considerarse como
tales verdadera y no falsamente y animarse a hacer obras de misericordia dignas
de un Dios de misericordia infinita.
Silencio.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación
El alma que está en gracia debe considerar que quien la
adopta es el Dios de majestad infinita y este solo pensamiento debe conducir al
alma a estremecerse de gozo y dicha y debe conducirla a hacer el propósito de
obrar obras dignas de tan grande Dios, un Dios de grandeza y majestad infinita.
Tales obras son las que hicieron los santos, porque tenían en mente este
pensamiento y son obras que superaron tan ampliamente las que podían ser hechas
con las solas fuerzas humanas, que no cabían dudas acerca de su origen
celestial y que fueron hechas para honrar a Dios de tan inmensa gloria, como es
Dios Uno y Trino.
Silencio.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación
Quien adopta al alma, por medio de la gracia santificante y
la hace hija adoptiva suya, haciéndola partícipe de la misma filiación divina
con la cual es hijo de Dios Dios Hijo desde toda la eternidad, es Dios Uno y
Trino, el Dios de majestad, gloria y grandeza infinitas, no un mero rey de la tierra
y mucho menos un ser mitológico. Es el Dios Trino ante quien los ángeles se
postran en adoración continua, día y noche, ocultando sus rostros con sus alas,
considerándose indignos de contemplar la gloria de Dios y aclamando con voz
potente, unos a otros: “¡Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo!”. Quien
adopta a las almas de los hombres por la gracia y las convierte en hijas muy
amadas suyas es el monarca omnipotente que con su poder rige el universo
visible e invisible, ante el cual todo lo creado, con su belleza y grandeza, no
es más que una mota de polvo. Lejos entonces de los hijos de Dios los
pensamientos bajos, rastreros y mundanos y que se eleven sus pensamientos a
obras de misericordia dignas de un Dios que es Misericordia y Justicia
infinitas y que con Amor Misericordioso los ha adoptado como hijos suyos, al
punto que el mismo Señor Jesucristo exclamó: “Dioses sois y todos hijos del
Excelso”. ¡Nuestra Señora de la
Eucaristía, que nuestras obras sean siempre dignas de tan grande y majestuoso
Dios Trinitario, que nos adoptó como hijos de su Divino Corazón!
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e
intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
Oración
final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te
amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido.
Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado
Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canción
de despedida: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.
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