Sacerdotes alemanes bendiciendo sacrílegamente a homosexuales, en abierta rebelión contra Roma y el Magisterio de la Iglesia.
Inicio: ofrecemos esta Hora Santa en
reparación por la bendición sacrílega realizada por sacerdotes alemanes a
parejas homosexuales. Dicha bendición no solo es sacrílega, sino también nula e
irracional, porque no puede Dios, que es la Santidad Increada, a través de sus sacerdotes
ministeriales, bendecir el pecado. Se bendice al pecador, para que se convierta
y salga de su pecado, pero no al pecado. Hacer esto último es sacrilegio. Para
mayores datos, consultar el siguiente enlace:
Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(Misterios a elección).
Meditación.
Acerca
de la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura dice que es una espada “viva y
eficaz”, porque por sí misma penetra en el corazón con más fuerza y poder que
una espada de dos filos. La Palabra de Dios entonces no sólo es viva, sino también
eficaz, porque ilumina al alma de manera tal que ésta se hace capaz de
contemplar los misterios de la fe, los misterios salvíficos de la vida del
Hombre-Dios Jesucristo[1].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Cuando
la Palabra de Dios se escucha con fe, se vuelve más poderosa que la razón y la
evidencia, pues la fe da fuerzas para que la mente y el corazón humanos
alcancen los misterios de Dios Trino, que por sí mismos no podrían ser
alcanzados, ya que la naturaleza humana es demasiado limitada en relación al
Ser divino trinitario. Por esta razón, San Pablo atribuye todas las hazañas de
los santos a la fe y así dice: “Los santos por la fe vencieron los reinos,
hicieron obras de justicia, vieron cumplidas las promesas que Dios les hizo,
quebraron la boca a los leones, pasaron sin lesión las llamas de fuego, sanaron
sus enfermedades y alcanzaron fortaleza y valor en las guerras” (Heb 11).
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Es
la fe sobrenatural en Cristo Dios la que llevó a los santos a realizar obras
sobrehumanas, incluidas sus conversiones, las cuales comenzaron con la llama de
la fe, la cual, como espada tajante, los dividió del mundo y de sus padres y de
sí mismos. Muchos fueron sapientísimos, con enorme sabiduría humana; sin
embargo, no se movieron con todas las razones de la razón humana y de la
filosofía, hasta que no fueron heridos en el corazón por el rayo de la fe en el
Hombre-Dios Jesucristo.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Imitando
a los santos, que aprovecharon la fe para ganar la vida eterna y las eternas
bienaventuranzas, así también nosotros debemos aprovecharnos de la fe,
considerando con frecuencia la grandeza, majestuosidad y certidumbre de sus
verdades, referidas al Cordero de Dios, Cristo Jesús en la Eucaristía[2]. En
el Juicio de Dios, que inevitablemente ha de acaecer a todos y cada uno de los
seres humanos, se nos preguntará qué uso hicimos de la fe sobrenatural en
Cristo Jesús recibida en el Bautismo: si hicimos uso de ella, dando frutos, o
si la enterramos, como el servidor perezoso de la parábola, que por hacer esto
no obtuvo frutos y recibió un duro castigo.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Como
resultado del Juicio Particular, el alma será destinada o al fuego eterno del
Infierno, o a los gozos eternos del Reino de los cielos y esto es una verdad que
ha sido revelada por el Hombre-Dios Jesucristo y por lo tanto se ha de cumplir,
lo crean o no lo crean, lo quieran o no lo quieran y es por eso que debemos
estar preparados para ese terrible Día y la forma de prepararnos es vivir según
la fe en Jesucristo Dios, en estado de gracia y obrando las obras de
misericordia para con los más necesitados. Así se cumplirán en nosotros las
palabras de Nuestro Señor Jesucristo: “Tu fe te ha salvado” (Mc 5, 34).
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Cantad a María, la Reina del cielo”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
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