La cabeza es el lugar en donde simbólicamente se originan los pensamientos, puesto que allí es donde se aloja el cerebro, por cuyo funcionamiento toman forma y actualidad los pensamientos. Como tal, la cabeza es, junto con el corazón, sede de la voluntad y del querer, el motor del espíritu. Incluso podría darse cierta preeminencia a la cabeza, porque de un pensamiento puede originarse un deseo, y de ambos, la acción; aunque a veces sucede lo contrario: primero viene el mal deseo, luego el mal pensamiento, y por último la mala acción.
Es por esto que la coronación de espinas de Nuestro Señor, llevada a cabo en la cabeza, no es casual, y tiene un sentido salvífico y sobrenatural: Jesús se deja coronar de espinas en la cabeza porque esta es el origen de nuestra vida espiritual, ya que allí se originan los pensamientos, y de los pensamientos seguirán los sentimientos, y de acuerdo a estos el obrar. La coronación de espinas tiene un sentido salvífico sobrenatural, porque Jesús se deja coronar en su cabeza no para que Él no tuviera malos pensamientos, lo cual es imposible de toda imposibilidad, ya que Él es el Hombre-Dios, y como tal, es el Cordero Inmaculado, sin mancha de pecado, sino para que nosotros, que somos quienes tenemos malos pensamientos, y en consecuencia, malos deseos, no solo no tengamos malos pensamientos y deseos, sino para que tengamos pensamientos y deseos santos y puros, tal como Él los tuvo en
Al ver su cabeza sangrante, pensemos entonces en su infinito Amor por los hombres, porque fue por ellos, por su salvación, que se dejó coronar de espinas. Al ver su cabeza sangrante, pidamos la gracia de tener pensamientos y deseos santos y puros, y meditemos en el Amor infinito del Sagrado Corazón, que por nuestra salvación se deja coronar de espinas en la cabeza.
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