sábado, 13 de diciembre de 2025

Hora Santa en reparación por ataque de endemoniado a Jesús en el Sagrario en Fennimore, Wisconsin, Estados Unidos el 060225

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ataque sacrílego y satánico por parte de un hombre poseído a Jesús en el Sagrario. Dicho ataque ocurrió en la localidad de Fennimore en Wisconsin, Estados Unidos, el 06 de Febrero de 2025. El mismo fue registrado por la cámara corporal de un policía que acudió ante el pedido de auxilio de los feligreses. En la filmación puede verse cómo el poseso intenta, en repetidas ocasiones, forzar la puerta del Sagrario, pero es repelido con violencia, por una fuerza invisible, hacia atrás, lo cual le impide llevar a cabo la profanación del Santísimo Sacramento. Para mayor información, consultar los siguientes enlaces:

https://www.youtube.com/watch?v=bRqsi77WSNU;  https://www.youtube.com/watch?v=GSFWiSvcCDU

          Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio de la Hora Santa y del rezo del Santo Rosario (misterios a elegir).

Primer Misterio.

Si el cristiano, luego de haber considerado las maravillas de la gracia divina, o al menos una de ellas, como la de hacerlo partícipe de la filiación divina y de la vida divina trinitaria; si, aun así, creyendo y comprendiendo el don inefable de la gracia, esto no produce efecto alguno en él[1], esto se debe, sea a algo invisible que obscurece sus ojos, sea porque los atractivos de los bienes materiales lo tienen atrapado. Por esto mismo debemos pedir, con humildad, el don de aprender a conocer el valor de la gracia por el aprecio que de ella hace el mismo Dios con espíritu de fe y sumisión, haciendo nuestro el juicio de Dios.

Meditación.

Padrenuestro, diez Avemarías, Gloria.

Segundo Misterio.

Dios Uno y Trino, la Santísima Trinidad, en su poder, en su sabiduría, en su bondad, no podía hacer más de lo que hizo para darnos la gracia: envió a Dios Hijo a morir en la Cruz para darnos su Cuerpo y su Sangre en la cruz y con su Cuerpo y su Sangre, su Vida divina trinitaria; ahora bien, para quienes vivimos en el tiempo, la participación en la Vida divina trinitaria se verifica por medio de la recepción de la gracia santificante, la cual nos hace partícipes de la naturaleza, del Ser divino trinitario y de la Vida de Dios Uno y Trino y esto es algo tan inmensamente grandioso y majestuoso, que no nos alcanzará la eternidad para ni siquiera valorar lo que Dios Trino nos ha donado al darnos la gracia santificante.

Meditación.

Padrenuestro, diez Avemarías, Gloria.

Tercer Misterio.

Debido a la dignidad infinita de su Divina Persona de Dios Hijo, la vida humana de Jesucristo es una vida divina, es decir, es una vida humana que participa de la vida divina, sin mezcla ni confusión, ni de la una, ni de la otra. Afirma un teólogo: “Gracias a la infinita dignidad de su persona divina, la vida humana de Cristo es una vida divina; no podía ser sacrificada ésta sino para comprar otra vida divina. El Hijo de Dios no habría dado su vida, ni siquiera una gota de su sangre, por la tierra con toda su variedad de seres vivientes, por el cielo con todo su esplendor. Pero, de atenernos a la afirmación de los teólogos, no se habrían malogrado la encarnación y la muerte del Hijo de Dios, aun cuando hubieran merecido la gracia a una sola alma humana. Al ofrecer pues su propia vida por nosotros, el Hijo de Dios quería demostrarnos que nos conseguía la vida de hijos de Dios y que la gracia con que pretendía adornar nuestras almas valía lo que su sangre divina. Si su vida corporal es de una dignidad infinita, porque pertenece a una persona divina, la vida de la gracia tiene un valor infinito, porque nos hace participantes de la naturaleza divina”[2]. La gracia tiene un “valor infinito” a los ojos de Dios y a nuestros necios ojos, la inmensa mayoría de las veces, ¡cuán poco valor tiene, ya que la desperdiciamos con tanta facilidad, intercambiándola por el pecado!

Meditación.

Padrenuestro, diez Avemarías, Gloria.

Cuarto Misterio.

Dios le concedió al hombre la gracia no por obligación, sino por amor y el hombre se despojó de la misma por una vil traición. Y con un mayor amor, Dios la quiso dispensar nuevamente, concibiendo para ello un plan tan increíble que dejó asombrados a los mismos moradores del Cielo. Determinó que Dios Hijo se hiciera hombre en el seno virgen de María, para tomar sobre sí las miserias y sufrimientos, no de uno, sino de toda la humanidad, para salvarla y luego glorificarla y divinizarla. El sacrificio de Dios, de su propia vida en la Cruz, nos habla de cómo el mismo Dios juzga cuánto aprecio tiene Él mismo de la gracia, como para someterse Él a semejante humillación.

Meditación.

Padrenuestro, diez Avemarías, Gloria.

Quinto Misterio.

Entonces, si Dios Hijo, que es la Sabiduría Increada, ha querido pagar tan caro nuestra gracia, que nos dé vergüenza el despreciarla tan ligeramente. Sabiendo cuánto le costó a Dios el conseguirnos la gracia, debiera ser para nosotros cosa más terrible que el infierno el vivir un instante sin la gracia santificante. ¿Cómo podemos, estando en pecado, dormir en paz, comer, solazarnos durante días, semanas, meses y años? El Señor se dejó crucificar por nosotros, para devolvernos la gracia perdida, aun más, para concedernos la gracia de la divina filiación, que no teníamos. ¡Y nosotros la destruimos con nuestras faltas, la sacrificamos por una sombra de vanagloria o un placer miserable! ¿Es posible que apreciemos tan poco una cosa a la que Dios fijó un precio tan alto?

Meditación.

Padrenuestro, diez Avemarías, Gloria.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por las intenciones del Santo Padre y por las Almas del Purgatorio.

Canto de salida: “Los cielos, la tierra y el mismo Señor Dios”.

 

 

 


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