Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por el ataque sacrílego y satánico por parte de un hombre poseído a Jesús en el
Sagrario. Dicho ataque ocurrió en la localidad de Fennimore en Wisconsin,
Estados Unidos, el 06 de Febrero de 2025. El mismo fue registrado por la cámara
corporal de un policía que acudió ante el pedido de auxilio de los feligreses.
En la filmación puede verse cómo el poseso intenta, en repetidas ocasiones,
forzar la puerta del Sagrario, pero es repelido con violencia, por una fuerza
invisible, hacia atrás, lo cual le impide llevar a cabo la profanación del
Santísimo Sacramento. Para mayor información, consultar los siguientes enlaces:
https://www.youtube.com/watch?v=bRqsi77WSNU;
https://www.youtube.com/watch?v=GSFWiSvcCDU
Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.
Inicio
de la Hora Santa y del rezo del Santo Rosario (misterios a elegir).
Primer
Misterio.
Si
el cristiano, luego de haber considerado las maravillas de la gracia divina, o
al menos una de ellas, como la de hacerlo partícipe de la filiación divina y de
la vida divina trinitaria; si, aun así, creyendo y comprendiendo el don
inefable de la gracia, esto no produce efecto alguno en él[1], esto se debe, sea a algo
invisible que obscurece sus ojos, sea porque los atractivos de los bienes materiales
lo tienen atrapado. Por esto mismo debemos pedir, con humildad, el don de
aprender a conocer el valor de la gracia por el aprecio que de ella hace el
mismo Dios con espíritu de fe y sumisión, haciendo nuestro el juicio de Dios.
Meditación.
Padrenuestro,
diez Avemarías, Gloria.
Segundo
Misterio.
Dios
Uno y Trino, la Santísima Trinidad, en su poder, en su sabiduría, en su bondad,
no podía hacer más de lo que hizo para darnos la gracia: envió a Dios Hijo a
morir en la Cruz para darnos su Cuerpo y su Sangre en la cruz y con su Cuerpo y
su Sangre, su Vida divina trinitaria; ahora bien, para quienes vivimos en el
tiempo, la participación en la Vida divina trinitaria se verifica por medio de
la recepción de la gracia santificante, la cual nos hace partícipes de la
naturaleza, del Ser divino trinitario y de la Vida de Dios Uno y Trino y esto
es algo tan inmensamente grandioso y majestuoso, que no nos alcanzará la
eternidad para ni siquiera valorar lo que Dios Trino nos ha donado al darnos la
gracia santificante.
Meditación.
Padrenuestro,
diez Avemarías, Gloria.
Tercer
Misterio.
Debido
a la dignidad infinita de su Divina Persona de Dios Hijo, la vida humana de
Jesucristo es una vida divina, es decir, es una vida humana que participa de la
vida divina, sin mezcla ni confusión, ni de la una, ni de la otra. Afirma un
teólogo: “Gracias a la infinita dignidad de su persona divina, la vida humana
de Cristo es una vida divina; no podía ser sacrificada ésta sino para comprar
otra vida divina. El Hijo de Dios no habría dado su vida, ni siquiera una gota
de su sangre, por la tierra con toda su variedad de seres vivientes, por el
cielo con todo su esplendor. Pero, de atenernos a la afirmación de los
teólogos, no se habrían malogrado la encarnación y la muerte del Hijo de Dios,
aun cuando hubieran merecido la gracia a una sola alma humana. Al ofrecer pues
su propia vida por nosotros, el Hijo de Dios quería demostrarnos que nos
conseguía la vida de hijos de Dios y que la gracia con que pretendía adornar
nuestras almas valía lo que su sangre divina. Si su vida corporal es de una
dignidad infinita, porque pertenece a una persona divina, la vida de la gracia
tiene un valor infinito, porque nos hace participantes de la naturaleza divina”[2]. La gracia tiene un “valor
infinito” a los ojos de Dios y a nuestros necios ojos, la inmensa mayoría de
las veces, ¡cuán poco valor tiene, ya que la desperdiciamos con tanta
facilidad, intercambiándola por el pecado!
Meditación.
Padrenuestro,
diez Avemarías, Gloria.
Cuarto
Misterio.
Dios
le concedió al hombre la gracia no por obligación, sino por amor y el hombre se
despojó de la misma por una vil traición. Y con un mayor amor, Dios la quiso
dispensar nuevamente, concibiendo para ello un plan tan increíble que dejó
asombrados a los mismos moradores del Cielo. Determinó que Dios Hijo se hiciera
hombre en el seno virgen de María, para tomar sobre sí las miserias y sufrimientos,
no de uno, sino de toda la humanidad, para salvarla y luego glorificarla y
divinizarla. El sacrificio de Dios, de su propia vida en la Cruz, nos habla de
cómo el mismo Dios juzga cuánto aprecio tiene Él mismo de la gracia, como para
someterse Él a semejante humillación.
Meditación.
Padrenuestro,
diez Avemarías, Gloria.
Quinto
Misterio.
Entonces,
si Dios Hijo, que es la Sabiduría Increada, ha querido pagar tan caro nuestra
gracia, que nos dé vergüenza el despreciarla tan ligeramente. Sabiendo cuánto
le costó a Dios el conseguirnos la gracia, debiera ser para nosotros cosa más
terrible que el infierno el vivir un instante sin la gracia santificante. ¿Cómo
podemos, estando en pecado, dormir en paz, comer, solazarnos durante días,
semanas, meses y años? El Señor se dejó crucificar por nosotros, para
devolvernos la gracia perdida, aun más, para concedernos la gracia de la divina
filiación, que no teníamos. ¡Y nosotros la destruimos con nuestras faltas, la
sacrificamos por una sombra de vanagloria o un placer miserable! ¿Es posible
que apreciemos tan poco una cosa a la que Dios fijó un precio tan alto?
Meditación.
Padrenuestro,
diez Avemarías, Gloria.
Un
Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por las intenciones del Santo
Padre y por las Almas del Purgatorio.
Canto
de salida: “Los cielos, la tierra y el mismo Señor Dios”.
[1] https://archive.org/details/las-maravillas-de-la-gracia-divina-matias-jose-scheeen/page/30/mode/2up
[2] Cfr. Scheeben, ibidem.

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