miércoles, 6 de noviembre de 2019

Hora Santa en reparación por destrucción de rostro de la Inmaculada Concepción en Chile 061119



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la destrucción del rostro de una imagen de la Inmaculada Concepción en Chile. Para mayor información acerca de este lamentable suceso, consultar el siguiente enlace:


Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         La caridad –que viene al alma con la gracia- es una virtud de tan gran valor, que no solo da vida a todas las virtudes –que sin la caridad nada serían-, sino que además “mata y consume todos los pecados”[1]. No hay mayor eficacia que la de esta virtud, que expulsó siete demonios de Magdalena, librándola de la multitud de pecados que tenía. Y a su vez, porque ella tuvo caridad, esto es, amor sobrenatural a Dios, la que antes era pecadora oyó del Salvador que todos sus pecados le eran perdonados. La caridad hace que, en un instante, un alma que es una sentina viviente y abominable por los vicios, se convierta en templo del Espíritu Santo[2]. Por eso no hay virtud más eficaz y poderosa que la caridad.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.   
     
Segundo Misterio.

Meditación.

         Afirma un autor que “tanta es la eficacia de esta virtud contra los pecados, que si un hombre solo tuviera cuantos pecados mortales tuvieron grandes pecadores como Caín, Judas, Arrio, Nerón y tantos otros y cuantos se han hecho por hombres desde que Dios creó al mundo y se harán hasta que se termine, una sola gota de caridad bastaría para anegarlos a todos; una centella del Amor de Dios sería suficiente para quemar todos esos males en el infierno, convirtiendo a los pecadores, de hombres malditos, en benditos y de pecadores en santos”[3].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Imaginemos un fuego, de tan grande potencia, que sólo con una chispa o una pequeña llama suya, fuera suficiente para hacer evaporar las aguas de todos los océanos. Si existiera un tal fuego, sería potentísimo y nada se le podría comparar en poder: pues bien, el fuego del Amor de Dios es tan potente, que una sola chispa suya consumiría todos los pecados del mundo, desde que éste existe hasta que sea consumado al fin de los tiempos[4].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         Porque la caridad es tan grande virtud, es que el Apóstol[5] antepone la caridad al apostolado, a la profecía y al don de milagros y a toda virtud e incluso a cuantos dones Dios puede dar después de la gracia. Conforme a esta doctrina del Apóstol, dice San Laurencio Justiniano: “La caridad es la más gloriosa de las virtudes y por su dignidad se compara al aceite, que siempre es superior a los demás licores y lo mismo hace la caridad con las demás virtudes. Porque si sufriéremos martirio sin caridad y diésemos toda nuestra hacienda hasta ser forzoso pedir de puerta en puerta, no tanto se debería premio a esta obra cuanto pena y más tormentos por la perfidia, que corona por la victoria”[6]. Esto se entiende cuando se hiciese por fin algo contrario a la caridad.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Las obras, aunque sean buenas, no tienen valor para el mérito de gloria si no van acompañadas por la caridad, ya que no aumenta el merecimiento ni la multitud de obras ni la duración de ellas, sino la caridad, que es de oro. Si se comparan las obras sin caridad, son como el plomo entre los metales; en cambio si se hacen con caridad, son como el oro[7]. De la caridad se dice en el Apocalipsis: “Yo te persuado que compres de Mí oro flamante y probado, para que te hagas rico”. Es decir, Dios nos dice que debemos hacer las obras virtuosas con caridad, porque sin ella, las obras, por buenas que sean, de nada valen.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 270.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 270-271.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 271.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 271.
[5] 1 Cor 12.
[6] In ligno vitae, De Char., cap. 3, 26, col. 2.
[7] Cfr. Nieremberg, ibidem, 272.

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