miércoles, 9 de octubre de 2019

Hora Santa en reparación por robo de Hostias consagradas por parte de satanistas en Cuenca, España 011019



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el robo sacrílego, con fines ocultistas y satanistas, de un copón con Hostias consagradas en una iglesia de Cuenca, España. Para mayor información sobre este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:


Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Es frecuente que entre los hombres se dé el deseo de grandeza, de ser considerados por los demás, y también de poseer riquezas y es tan fuerte este deseo, que para conseguir lo que se desea, muchos no dudan en cometer las más graves faltas a la Ley de Dios. El cristiano no necesita nada de esto y sin embargo, por el solo hecho de ser cristiano, posee el señorío por sobre todas las cosas creadas, con lo cual, si alguien tiene deseos de grandeza, de consideración y de riquezas, con este señorío que Dios nos da por la gracia, quedan más que satisfechos, siendo innecesario desear cualquier otra cosa que no sea la gracia, por la cual el cristiano lo tiene todo.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         El que es hijo de Dios por la gracia, posee un señorío universal sobre las cosas creadas, precisamente por ser hijo adoptivo de Dios: fue Dios mismo quien lo adoptó por hijo suyo muy querido y con esto, le concedió derecho de herencia sobre su reino y puesto que Dios es Señor y monarca de todo, así se comunica a su hijo adoptivo, el alma en gracia, la dignidad y el señorío sobre todo lo creado[1].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         En las Escrituras, en el libro de Judith, se llama a Dios “Señor de la tierra universal” y quien sea su hijo –el bautizado- será también señor de toda la tierra, porque participa del señorío universal de Dios y esto porque lo que es del padre es del hijo, porque entre Dios y los hombres se da de análoga manera a como sucede entre los hombres. Pero a diferencia de los hombres, entre quienes es necesario que el padre fallezca para que el hijo herede lo que le corresponde, con Dios Padre no sucede así, porque Dios, siendo inmortal y eterno, no muere nunca y jamás morirá, pero además porque Dios ya da, en el tiempo, la herencia a sus hijos adoptivos[2].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Cristo Nuestro Señor no dijo: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos será el Reino de los cielos”; sino que dijo: “porque de ellos es el Reino de los cielos”. Tampoco prometió sólo el señorío del cielo en las bienaventuranzas, sino también la posesión de la tierra y esto porque Dios es Señor de cielos y tierra y por esto sus hijos en gracia son considerados verdaderos señores de cielo y tierra[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Al considerar esta potestad y señorío de los justos, por ser hijos de Dios, que se consumará en el cielo, dice San Anselmo: “¿Cómo se puede pensar cuánta honra recibirá toda creatura aquel a quien el Dios de toda creatura le tendrá por amigo e hijo? (…) Esta potestad la tendrán los hijos de Dios, porque poseerán todas las cosas con el Hijo de Dios”[4]. De esto se sigue que el cristiano, en la gracia y por la gracia, ve extra-colmados con super-abundancia cualquier deseo de grandeza, de ser considerados, o de poseer riquezas. En pocas palabras, quien posee a Dios por la gracia lo posee todo, aun sin tener nada materialmente; y al revés también es cierto: quien no posee a Dios por la gracia, no posee nada, aunque lo tenga todo materialmente hablando.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 251.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 251.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 252.
[4] Libro De quatordecim. beatitud.

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