martes, 10 de septiembre de 2019

Hora Santa en reparación por el crimen del aborto en México 100919



         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por los intentos de profundizar la “cultura de la muerte” mediante la introducción del aborto generalizado en México. Más información acerca de este lamentable hecho se puede encontrar en el siguiente enlace:


         Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración de entrada: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         Una figura del alma que, de estado de pecado pasa al estado de gracia, es “la reina Esther, que de cautiva y extranjera fue ensalzada al trono e imperio de toda Asia, desposada con el monarca del mundo, querida por él y favorecida en todo extremo”[1]. Ahora bien, esta dicha terrena no fue más que una sombra oscura respecto de lo que sucede en el alma cuando recibe la gracia, que de esclava vil del demonio es ensalzada al reino de los cielos y elegida por esposa de Dios y hecha celestial y divina. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nuestra alma permanezca siempre unida a Dios por la gracia!

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         El alma, prefigurada en la reina Esther, que de la esclavitud del pecado, del demonio y de las pasiones, pasa de la vileza a la majestuosidad de ser convertida en esposa de Dios y partícipe de su naturaleza, debe guardar lealtad a su Esposo celestial, evitando toda mirada, todo pensamiento y todo deseo que sea contrario a tan divino consorte[2]; debe procurar agradarle con todo tipo de deseos, pensamientos y obras santas y debe procurar, sobre todo, amarlo por sobre todas las cosas, incluso sobre sí misma. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, ayúdanos para que en todo agrademos a Dios y nunca nos apartemos de Él por el pecado!

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Afirma un autor que “si bien la unión del alma con Dios por la gracia puede ser simbolizada con la unión esponsal, con todo, hay una gran diferencia entre la unión del matrimonio humano y la del matrimonio espiritual y divino, en cuanto a la comunicación de títulos de grandeza. En efecto, en el matrimonio humano sólo da a la esposa el nombre de los títulos del esposo, pero no la propiedad de ellos: en cambio, en el matrimonio espiritual, por la gracia da al alma, no sólo nombres, sino realidades”[3], porque real y verdaderamente participa el alma de la vida divina. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que sepamos apreciar y conservar la unión esponsal de nuestra alma con Dios por la gracia!

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Esta comunicación real de dones se ve en el siguiente hecho: Dios es un ser sobrenatural y divino y el alma en gracia no sólo se llama divina de nombre, sino que por forma intrínseca es divina y está verdaderamente sublimada a un estado sobrenatural y divino[4]. Es decir, por la gracia, el alma recibe dones espirituales celestiales, real, verdadera y ontológicamente, de manera que puede decirse que es un alma humana que ha sido “divinizada”. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca cambiemos nuestro estado divinizado por el estado de almas en pecado y que siempre vivamos en la gracia de Dios!

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.   

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Dios es santo, dice un autor, y el alma en gracia no sólo se llama santa, sino lo que lo es verdaderamente. También, Dios es justo, Dios es hermoso, Dios es misericordioso, Dios es caritativo, Dios es bueno y el alma que está en gracia tiene las mismas virtudes, no sólo su nombre, sino la participación en su ser y en su naturaleza divina. La razón es que, al infundirse en el alma las virtudes sobrenaturales, se hace como Dios, porque participa de lo que Dios Es: se hace justa, hermosa, misericordiosa, caritativa y buena. Finalmente, la reina terrena, aunque toma el título de reina, no tiene derecho al reino[5]; sin embargo, el alma que por la gracia se hace hija adoptiva de Dios, se hace heredera del Reino de los cielos.

Un Padrenuestro, tres Ave Marías, un gloria, para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 235.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 235.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 235.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 235.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 236.


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