sábado, 5 de septiembre de 2015

Hora Santa por los cristianos perseguidos en Siria y en el mundo


Inicio: uniéndonos a la convocación realizada por el Santo Padre Francisco a toda la Iglesia, pidiendo realizar el próximo 07 de septiembre una “jornada de ayuno y oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo entero”, ofrecemos esta Hora Santa pidiendo y el rezo del Santo Rosario meditado. Ofrecemos de modo especial esta Hora Santa y el Santo Rosario por el Aylin Kurdi, por su hermanito y su madre, que murieron al huir de la guerra en Siria y de la amenaza mortal del Ejército Islámico (ISIS) y también por su padre, para que encuentre paz, serenidad y alegría en Cristo, muerto y resucitado.

Canto inicial: “Cristianos, venid, Cristianos llegad, a adorar a Cristo que está en el altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado (misterios a elección).

Primer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Jesús, Tú dijiste en el Evangelio que serían “bienaventurados los que procuran la paz” y que serían también “bienaventurados los perseguidos por causa del Reino de los cielos” (Mt 5, 9); te pedimos por nuestros hermanos de Siria y por todos los perseguidos a causa de su religión, para que encuentren paz en medio de las tribulaciones y para que, en la participación de tu Pasión, alcancen la plena configuración contigo y así se conviertan, con sus corazones pacíficos, semejantes a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, en corredentores de la humanidad. De esta manera, participando de tu Pasión con sus sufrimientos, prolongan con sus dolores tu Pasión redentora, Pasión por la cual venciste para siempre a la Serpiente antigua. Puesto que participan de tu Pasión, concédeles, también, oh Jesús, Sumo y Eterno Pastor, participar de tu misma fortaleza, para que, saliendo victoriosos por la fuerza de tu cruz, merezcan alabarte y adorarte en los cielos, por los siglos sin fin.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Jesús, Tú sufriste en carne propia la amenaza de muerte y la persecución, por parte del rey Herodes, y debido a esta amenaza mortal (cfr. Mt 2, 18ss), Tú y toda la Sagrada Familia, por indicación del Ángel (Mt 2, 13) se vieron obligados a emprender un largo y penoso viaje a Egipto en busca de refugio y de seguridad; te suplicamos por los que son obligados a dejar sus hogares por la fuerza y por la violencia de las armas, debido a que son perseguidos a causa de su fe en Ti, Hombre-Dios y te suplicamos que les concedas el don de la fortaleza para que, animados y guiados por tu Santo Espíritu, encuentren paz, refugio y consuelo a sus pesares y con la fuerza del Divino Amor, que brota con la Sangre de tu Corazón traspasado, sean también capaces de perdonar a sus enemigos (cfr. Mt 5, 44) y verdugos con el mismo Amor con el que Tú nos perdonas desde la cruz (Lc 23, 34).

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Jesús, cuando Tú, amenazado de muerte, fuiste perseguido por tus enemigos, debiste abandonar tu tierra natal emprendiendo un largo y penoso viaje y lo hiciste en brazos de tu Madre, María Santísima y bajo el cuidado amoroso y providente de San José, tu padre adoptivo en la tierra; te suplicamos por nuestros hermanos perseguidos de Siria y por los de muchas otras partes del mundo, que ellos también sientan la protección espiritual de la Madre de Dios y de San José, para que experimenten el consuelo del amor maternal de María Santísima y la solicitud providente de tu Padre adoptivo y así se vean aliviados en sus penas y sufrimientos.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto  Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Jesús, cuando Tú y la Sagrada Familia huyeron hacia Egipto (cfr. Mt 2, 13), los perseguían seres humanos, pero inducidos por el Espíritu del mal, que quería en Ti, Cristo Redentor, dar muerte al Salvador del mundo. Era el Príncipe de las tinieblas el que, sirviéndose de hombres partícipes de su odio deicida, continuaba en la tierra la lucha entablada por los ángeles apóstatas en los cielos contra Dios y sus ángeles de luz (cfr. Ap 12, 7); pero en la tierra, ante la amenaza del Dragón, que quería matar al hijo de la mujer ahogándolo con un río vomitado de su boca, a la Virgen Madre le fueron dadas dos alas, con las que huyó al desierto, poniéndote a salvo del odio deicida de la Serpiente (cfr. Ap 12, 15ss). Te imploramos, Jesús, que de la misma manera, que quienes son perseguidos en la tierra a causa de tu Nombre, se vean auxiliados por María Santísima y que sea tu Madre, que es también nuestra Madre celestial, la que los proteja de los ataques del Enemigo de las almas, poniéndolos a salvo bajo su manto protector y refugiándolos en su Inmaculado Corazón.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Jesús, Tú que con la Sagrada Familia huiste a Egipto, y fuiste llevado en brazos de tu Madre, María Santísima, para escapar de la furia deicida de tus perseguidores, haz que las familias cristianas que huyen de sus crueles perseguidores, experimenten, en medio de sus tribulaciones, la protección maternal de María y haz que, fortalecidos por tu Amor,  encuentren en nosotros y en los todos los cristianos, la ayuda material y espiritual de las obras de misericordia, que reflejen tu mismo Amor misericordioso, para que den gloria a tu Nombre, en el tiempo y en la eternidad.

Un Padre Nuestro, Tres Ave Marías y Gloria para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo también por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco y por las benditas almas del Purgatorio.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El trece de mayo en Cova de Iría”.


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