jueves, 18 de diciembre de 2014

Hora Santa y rezo del Santo Rosario en preparación para la Navidad 2


         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y rezo del Santo Rosario meditado, en reparación por nosotros mismos y por quienes vivirán esta Navidad como una festividad pagana, olvidando que la verdadera fiesta de Navidad es la Santa Misa de Nochebuena.

         Canto inicial: “Venid oh Rey Mesías”.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os  ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Enunciación del Primer Misterio del Santo Rosario (Misterios a elegir)

         Meditación

Adviento es “venida”, “llegada”, y en Adviento nos preparamos espiritualmente para recibir, por medio del misterio de la liturgia, al Mesías que viene para Navidad. Por eso nos unimos a los profetas del Antiguo Testamento y decimos: “¡Si rasgaras los cielos y descendieras!” (Is 64, 1), ¡Si rasgaras los cielos y descendieras, llenarías la tierra con tu Amor y tu hermosura, y los hombres dejaríamos de vivir en la soledad, en la tristeza y en la amargura de este valle de lágrimas, porque todo el universo quedaría colmado con tu Amor, y por eso es que te pedimos, oh Mesías, Salvador prometido desde el Génesis, que nacerías de una Madre Virgen: ven, te suplicamos, ven, desde el cielo en el que habitas, ven, oh Redentor, ven a darnos tu Paz, ven a darnos tu luz, ven a darnos tu paz, ven a darnos tu perdón, ven a colmarnos con la ternura de Amor!”.  “¡Ven, oh Señor, baja desde el cielo; apiádate de nosotros, que vivimos en las tinieblas de este mundo; ven a darnos tu luz, que es luz viva y que al iluminar, vivifica y al vivificar incendia al alma en el Fuego del Amor Divino! ¡Ven, oh Mesías, Emmanuel y quédate con nosotros para siempre, baja desde el cielo a esta tierra en la que vivimos, para llevarnos al cielo en el que habitas! ¡Ven, oh Rey Mesías, ven a darnos tu luz, ven y no tardes más, ven a nuestros corazones, oscuros y fríos, como la pobre gruta de Belén, y nace en ellos, para iluminarlos con la luz de tu gloria divina, para colmarlos con la dulzura de tu Presencia de Niño Dios!

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

         Enunciación del Segundo Misterio del Santo Rosario (Misterios a elegir)

         Meditación

Adviento es “venida”, “llegada”, y por eso en Adviento esperamos, fervientemente, la venida, la llegada, del Redentor, del Mesías prometido, el que habría de nacer de una Virgen, para Navidad. Esperamos con ansias, porque el que ha de nacer no es un niño más, sino el Emmanuel, “Dios con nosotros” (Is 7, 14). Porque el Mesías que nace no es un niño sino Dios hecho Niño, sin dejar de ser Dios, la Redención que trae no es intramundana, sino eterna, porque viene a salvarnos del pecado, del infierno y de la muerte, y viene para donársenos como Pan Vivo bajado del cielo, para darnos su misma vida divina, que es la vida que brota de su Ser divino trinitario. El Niño que nace en Belén no es un mesías humano, sino divino, y viene para llevarnos a la vida eterna y esa es la razón por la cual, desde el fondo de nuestras almas suplicamos, con todas las fuerzas de las que somos capaces: ¡Ven, oh Jesús, Mesías esperado y haz que por la gracia, tu Madre convierta nuestros corazones en un nuevo Pesebre de Belén; ven, oh Mesías, a nacer en la pobreza de nuestras almas, de nuestros corazones, fríos y oscuros porque carecen de tu Amor, de tu alegría y de tu paz; ven, oh Mesías, Emmanuel, Tú eres el “Dios con nosotros”, Tú eres el Dios-Amor, Tú eres la Luz Eterna, la Luz que al iluminar da Vida y Amor, Tú eres el Mesías que ha de conducirnos a la eternidad feliz; ven, ilumina nuestras tinieblas, vivifícanos con tu Luz, ilumínanos con tu Vida, enciéndenos con tu Amor, danos a Ti mismo, sácianos con la dulzura de tu Ser divino trinitario, cólmanos con la alegría de tu Presencia, concédenos la dicha de ver convertidos, a nuestros pobres corazones, en un nuevo Belén. ¡Ven, oh Mesías, esperado, ven a nuestros corazones, ven a darnos la dulzura de tu Amor, ven a alegrar nuestras vidas con tu Presencia, sácianos con la hermosura de tu Santa Faz, como anticipo de la contemplación que por tu misericordia esperamos continuar por la eternidad, en compañía de tu Madre, tus ángeles y santos, por los siglos sin fin; ven, oh Rey Mesías, y no tardes más!

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Enunciación del Tercer Misterio del Santo Rosario (Misterios a elegir)

         Meditación

¡Ven, oh Jesús, Mesías Redentor, Dios Eterno; ven a darnos tu Luz, Ven a iluminar las tinieblas y sombras de muerte en las que vivimos! ¡Sin Tu Presencia, nada es bueno, nada es santo, nada es amable, nada tiene amor, nada tiene gracia, nada tiene vida, nada es inocente, nada es santo! ¡Ven, oh Jesús, Emmanuel, Dios con nosotros, Mesías anunciado por los profetas, apura tu Encarnación y Nacimiento de tu Madre Virgen, para que puedas donarte al mundo como Pan de Vida eterna, para que seamos capaces de nutrirnos de la substancia de tu Ser divino, de tu Amor infinito y Eterno! ¡Ven, y sacia nuestra sed de Amor, de paz, de alegría, sed que solo puede ser saciada por Ti, oh Dios omnipotente, Dios Tres veces Santo! ¡Ven, rasga los cielos y desciende, ven a nuestros corazones, conviértelos, de oscuras y frías cuevas, en donde anidan oscuros sentimientos, en luminosos Portales de Belén, en donde el Niño Dios, que eres Tú, resplandezca con la luz de la gloria, de la vida, del Amor, de la paz y de la alegría del Ser trinitario, como un anticipo, aquí en la tierra, de la bienaventuranza de la que gozaremos en los cielos eternos! ¡Ven, oh Emmanuel, nace como un Niño, como el Niño Dios en nuestros corazones, en esta Navidad, y no tardes más! Amén.

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Enunciación del Cuarto Misterio del Santo Rosario (Misterios a elegir)

         Meditación

¡Ven, oh Mesías, ven a nuestras vidas, ven a nacer en nuestras pobres almas, áridas y estériles como el desierto, oscuras y frías como el Portal de Belén, porque carecen del Amor divino! Ven, oh Mesías, Salvador y Redentor, que has de nacer como un Niño en una cueva utilizada por animales. Nuestros corazones no son como las posadas de Belén, iluminadas, ricas, llenas de cantos mundanos y festivos, en donde no hay lugar para Dios; nuestros corazones son como la gruta de Belén antes de tu Nacimiento, fríos, oscuros, pobres, refugio de pasiones y de concupiscencias, representados en el asno y el buey, animales irracionales, como las pasiones sin el control de la razón, pero que a la vez están sedientos de la Presencia del Redentor; ven, oh Mesías y Redentor, ven ya y no tardes más; rasga el cielo y desciende, encárnate en el seno de la Madre Virgen, manifiéstate como Pan de Vida eterna, realiza el Santo Sacrificio de la cruz, vence a la Antigua Serpiente, destruye a la muerte, quita los pecados del mundo, lava nuestros pecados con tu Sangre, perdona nuestras culpas, concédenos tu filiación divina y llévanos, en el Amor del Espíritu Santo, al seno del Eterno Padre, para gozar de la dicha de los bienaventurados, por los siglos sin fin! ¡Ven, Señor Jesús, ven, oh Rey Mesías, ven, rasga el cielo donde habitas, baja hasta el altar eucarístico, quédate en la Eucaristía, para que nos alimentemos de tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma, tu Divinidad, y del Amor de tu Sagrado Corazón Eucarístico, y así vivamos anticipadamente las alegrías sin fin que nos esperan en la otra vida! ¡Ven y no tardes más! ¡Ven, Señor Jesús!

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Enunciación del Quinto Misterio del Santo Rosario (Misterios a elegir)

         Meditación

         Ven, Mesías, Redentor, baja desde el cielo, a nuestra tierra, desolada, oscura y fría, cólmala con el calor de tu Amor y la dulzura de tu Presencia; ven, Emmanuel, Dios con nosotros, manifiéstate como Pan Vivo bajado del cielo; alimenta a los hombres, sedientos de paz, con el alimento exquisito de tu substancia divina, oculta en lo que parece un poco de pan, Tú que naces en Belén, Casa de Pan, para donarte como Pan Vivo bajado del cielo; ven, oh Mesías, calma el hambre de la humanidad, pero no tanto el hambre corporal, sino el hambre del espíritu, el hambre de Dios que toda alma experimenta, hambre de amor, de paz, de alegría, de afecto, de ternura, hambre que sólo Tú, oh Dios que naces como un Niño en un Portal, puedes saciar. Ven, oh Dios hecho Niño sin dejar de ser Dios, ven, dónate a nosotros en el Pan Eucarístico, para saciar el hambre espiritual de Dios que todos tenemos; sacia el hambre de Dios, el hambre de Amor celestial que desde que nacemos, se despierta en nosotros, porque fuimos creados por Ti y para Ti, y hasta que no nos saciamos de Ti, no podemos satisfacer esta nuestra hambre de Ti. Ven, oh Jesús, haz esta obra de misericordia con nosotros, sacia nuestra hambre de Ti, que tenemos, y manifiéstate al mundo como Niño Dios para Navidad, para donarte como Pan de Vida eterna, para que todo el que te reciba en la Eucaristía y se alimente de Ti, quede extra-saciado con la plenitud del Amor Divino de tu Sagrado Corazón Eucarístico. Ven, oh Mesías, sacia nuestra hambre de Amor Divino, nace en Belén, Casa de Pan, manifiéstate en el Nuevo Belén, el Altar Eucarístico, y haz que podamos saciar nuestra hambre de Amor Divino, comulgándote en la Eucaristía. Amén.

         Meditación final

         Oración de ofrecimiento de vida[1]

Mi amable Jesús,
delante de las Personas de la Santísima Trinidad,
delante de Nuestra Madre del Cielo
y toda la Corte celestial,
ofrezco, según las intenciones de tu Corazón Eucarístico
y las del Inmaculado Corazón de María Santísima,
toda mi vida, todas mis santas Misas,
Comuniones, buenas obras, sacrificios y sufrimientos,
uniéndolos a los méritos de tu Santísima Sangre
y tu muerte de cruz:
para adorar a la Gloriosa Santísima Trinidad,
para ofrecerle reparación por nuestras ofensas,
por la unión de nuestra santa Madre Iglesia,
por nuestros sacerdotes,
por las buenas vocaciones sacerdotales
y por todas las almas hasta el fin del mundo.
Recibe, Jesús mío,
mi ofrecimiento de vida
y concédeme gracia para perseverar en él fielmente,
hasta el fin de mi vida. Amén.

JACULATORIAS DE ARREPENTIMIENTO

Jesús mío, ¡Te amo sobre todas las cosas!
Por amor a Ti, me arrepiento de todos mis pecados.
Me duelen también los pecados de todo el mundo.
¡Oh Amor misericordioso!,
en unión con nuestra Madre Santísima
y con su Corazón Inmaculado,
Te suplico a Ti perdón de mis pecados
y de todos los pecados de los hombres, mis hermanos,
hasta el fin del mundo!
¡Mi amable Jesús!,
en unión a los méritos de tus Sagradas Llagas,
ofrezco mi vida al Eterno Padre,
según las intenciones de la Virgen Santísima Dolorosa.
¡Virgen María, Reina del Universo,
Intercesora de la Humanidad y esperanza nuestra,
ruega por nosotros!

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os  ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.





[1] http://uncioncatolica.blogspot.com.ar/2011/01/ofrecimiento-de-vida-y-promesas-de-la.html?m=1

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