miércoles, 4 de diciembre de 2013

Hora Santa pidiendo por los jóvenes amenazados por la droga


         Inicio: En respuesta al pedido de los Obispos de Argentina de realizar una jornada de ayuno y oración el primer sábado de Adviento, además de la Santa Misa que celebraremos ese día, ofrecemos esta Hora Santa, como “modo de solemnizar la jornada”, tal como reza el mismo pedido enviado a todo el país. En esta Hora Santa, elevaremos a Jesús Eucaristía las siguientes peticiones: que Dios Padre mueva y sostenga los corazones y las voluntades de quienes tienen en sus manos la responsabilidad de los recursos de la Ley, para frenar la perversa y devastadora fuerza de las drogas; por la construcción de una cultura del encuentro y la solidaridad, como base de una revolución moral que sostenga una vida más digna; por la conversión de los narcotraficantes; por los enfermos, sus familiares y todos los que han fallecido a causa de este flagelo”. Pedimos a nuestros Ángeles Custodios y principalmente a María Santísima, que nos asistan en esta Adoración Eucarística que ofrecemos por los jóvenes amenazados y atrapados por la droga.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).  
  
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Sagrado Corazón, eterna alianza”.

         Meditación

Jesús, Tú eres la esperanza de los hombres, la única esperanza de todo hombre en esta vida; fuera de Ti solo existe el vacío, la nada, la angustia, la soledad y la muerte. Tú eres Dios encarnado, nos creaste para Ti, para que seamos felices en Ti y solo en Ti. Pretender satisfacer este deseo de felicidad, que viene impreso en nuestra naturaleza desde nuestra creación como un sello indeleble, es como pretender llenar un abismo con puñado de arena. Jesús, sólo Tú puedes saciar la sed de felicidad, de alegría, de amor y de paz que late en el corazón del hombre, presente desde el momento de su concepción hasta que muere. Sin embargo, a pesar de esto, muchos jóvenes se dejan atraer por los espejismos de la droga y así, dejándote de lado, se encaminan por los oscuros senderos de la drogadicción, emprendiendo un camino sin retorno hacia el abismo. Jesús, Tú eres la esperanza de todo hombre, pero muchos jóvenes, atrapados por la falsa sensación de felicidad que proporciona la droga, ingresan en el siniestro mundo del consumo de estupefacientes, encontrando solo angustia, tristeza, soledad, desesperación y muerte. Jesús, te suplicamos por los jóvenes de nuestros tiempos, por aquellos que se encuentran atrapados en la tela de araña de la drogadicción y son incapaces de salir, para que te apiades y les concedas la gracia de salir de este abismo de locura y muerte; envía a tu Madre y a tus santos ángeles para que desde el cielo y con el poder de tu gracia, reciban el auxilio que necesitan para no desesperar y para poner todas sus esperanzas en Ti, Dios nuestro.

         Silencio para meditar.

         Jesús, Tú eres la luz, porque tu naturaleza divina es luminosa y la razón es que tu Ser divino trinitario es la Luz Increada en sí misma; es tu Ser divino el que, encendido desde la eternidad, también desde la eternidad enciende a la naturaleza divina, haciéndola resplandecer con fulgores eternos. Tú eres la Luz indefectible, Tú habitas en una luz inaccesible; Tú eres la “Lámpara de la Jerusalén celestial”; en Ti no hay tinieblas, sino Luz esplendorosa que no conoce el ocaso; eres Luz y das vida, pero no cualquier vida, sino Vida eterna, y es por eso que quien se acerca a Ti, recibe de Ti la luz que brota de tu Ser divino y, con la luz, recibe también la Vida divina, la vida misma del Ser trinitario. Tú viniste al mundo, que yacía en “tinieblas y en sombra de muerte”, y destruiste las tinieblas y venciste a la muerte para siempre por el Santo Sacrificio de la Cruz y renuevas los torrentes inagotables de luz divina en cada Santa Misa, y por eso quien se acerca a la Cruz y a la Eucaristía, se acerca a la Fuente de Luz y de Vida eterna. Jesús, te pedimos por los jóvenes atrapados por la droga; sin saberlo, se han sumergido en las más oscuras y densas tinieblas; buscando en un lugar equivocado algo que los hiciera felices, han extraviado el camino de la salvación y se encuentran en el más oscuro de los abismos. Para Ti nada es imposible, oh Jesús, y porque Tú has derrotado a las tinieblas desciende, por tu Misericordia, hasta el fondo del abismo en el que han caído innumerables jóvenes a causa de las drogas, e ilumínalos, para que puedan contemplar la hermosura de tu rostro y así inicien el camino del regreso a Ti. Envía, oh Jesús, a tu Madre, para que derramando sobre los corazones de estos jóvenes extraviados las gracias que proceden de Ti, puedan salir del oscuro precipicio en el que se encuentran.

         Silencio para meditar.

         Jesús, Tú eres la Vida eterna, y nos diste una vida en esta tierra, para que ganemos la vida eterna en tu Reino; Tú nos concedes el período de tiempo que pasamos en esta tierra como una prueba en la cual decidimos y elegimos, libremente, si queremos gozar de tu Amor para siempre en los cielos, o si preferimos estar apartados de Ti para siempre, en el infierno. Al internarse en el oscuro mundo de la droga, muchos jóvenes ponen ya un pie en el infierno, y los tormentos, dolores y penas que les sobrevienen en esta vida como consecuencia de las adicciones son solo un pálido preludio de los tormentos, dolores y penas que habrán de sufrir por la eternidad si no cambian de vida, si no abandonan el sendero de perdición que es la drogadicción. Muchos, muchísimos jóvenes, desperdician y malgastan sus vidas, el don de tus manos creadoras, para arrojarlas en los porquerizos pestilentes del consumo de estupefacientes; muchos, muchísimos jóvenes, a quienes Tú les regalaste la vida y les concediste innumerables dones naturales y sobrenaturales, desperdician todos estos regalos, arrojándolos en el abismo oscuro de la drogadicción y así malgastan sus jóvenes vidas, arruinándolas irremediablemente pero, lo peor de todo, eligiendo ya desde esta vida ser separados para siempre de tu amorosa contemplación. Jesús, ten piedad de estos jóvenes que malgastan el don de la vida que Tú les diste; apiádate de ellos, que ven consumida su juventud en un abrir y cerrar de ojos, que de esta manera ultrajan el tiempo de la juventud, envejeciendo prematuramente en el cuerpo y en el espíritu y apartándose peligrosamente del sendero de la Cruz, el sendero de tus Mandamientos, para cumplir los mandamientos del Príncipe de las tinieblas, que les ordena la auto-destrucción corporal y espiritual, como muestra del supremo odio que expresa hacia Ti. Jesús, apiádate de estos jóvenes, y haz que tu Madre nos utilice como instrumentos del Amor de tu Sagrado Corazón, para rescatar a estos jóvenes del abismo sin fin en el que han caído, para que se levanten por el auxilio de tu gracia y corran a postrarse ante tu Presencia sacramental y te adoren, como anticipo de la adoración eterna en los cielos. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús, Rey de cielos y tierra, Creador, Señor y Dueño del universo, Dios de toda majestad, por quien es y existe todo lo que tiene ser y existencia; te pedimos por los narcotraficantes, que por un mezquino y egoísta deseo de enriquecerse ilícitamente, no vacilan en destruir las vidas de miles y miles de jóvenes, iniciándolos en el camino sin retorno de la drogadicción. Ten piedad, oh Jesús, de quienes comercializan substancias de muerte y así destruyen no solo las vidas de los jóvenes sino familias, ciudades y pueblos enteros, sometiéndolos con las duras, pesadas e invisibles cadenas de la droga. Apiádate, porque estos sujetos, que también son hijos tuyos, se han descarriado y en su extravío arrastran a muchísimos jóvenes al dolor en esta vida y a la muerte eterna en la otra. Apiádate de quienes trafican estos venenos del cuerpo y del alma, porque han firmado ya su eterna condenación, y de no mediar tu acción misericordiosa, habrán de pagar duramente, por la eternidad, su infame acción. Apiádate, oh Buen Jesús, porque ellos también son creación de tus manos e hijos tuyos por el bautismo, y en virtud de este sello de gracia que llevan impreso en sus almas, por el Amor de tu Sagrado Corazón y por la intercesión del Inmaculado Corazón de María, haz que se arrepientan del mal producido y que, con lágrimas de contrición perfecta, reparen el inmenso daño provocado a tantos jóvenes, para que así purificados de la malicia de sus corazones, puedan ellos también contemplarte y adorarte en los cielos, por toda la eternidad. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús, Tú eres el Amor en sí mismo, y quien se acerca a Tus moradas, la Cruz y en la Eucaristía, recibe torrentes inagotables de Amor Divino; nadie que se acerque a Ti se va con las manos vacías, porque todos reciben lo que Tú eres, Amor eterno, incomprensible, inagotable. Sin embargo, miles y miles de jóvenes rehúyen de tu Presencia, como si Tú fueras un malhechor, para mendigar el mezquino y efímero amor de las creaturas, y es así que, en el colmo de los ultrajes y sacrilegios estos jóvenes, menospreciando tu Amor, buscan en las drogas y en el alcohol aquello que jamás podrán encontrar: paz, felicidad, amor, recibiendo a cambio el venenoso fruto de las drogas: soledad, tristeza, dolor, angustia, llanto y muerte, que en muchos casos no es solo corporal, sino también eterna. Jesús, te pedimos por los jóvenes atrapados por la droga, veneno corporal y espiritual que los priva de todo verdadero amor y humanidad y los encierra en el más duro egoísmo, volviéndolos cada vez más inhumanos, deformando la imagen divina que Tú imprimiste en sus almas en día que los creaste. Jesús, haz que movidos por tu gracia, obremos según tu Voluntad para poder sustraer a los jóvenes del tenebroso mundo de las drogas, de modo que rescatados de la oscuridad, comprendan que sólo en Ti y en tu Divino Amor se encuentra la felicidad de todo hombre, y comprendiendo que eres el Amor de Dios encarnado y la causa de su alegría, adoren Tu luminoso rostro, en el tiempo y en la eternidad. Jesús, por los dolores del Inmaculado Corazón de María, Tu Madre que también es Nuestra, danos la gracia de ser imágenes vivientes de Tu Misericordia Divina, para atraer a los jóvenes a tu Sagrado Corazón, de modo que acercándose a Ti, reciban su contenido, el Amor Divino. Amén.

Meditación final

Jesús, con la ayuda de la Virgen y de nuestros Ángeles Custodios, te hemos ofrecido nuestra humilde adoración, pidiéndote por los jóvenes que malgastan sus vidas en el vicio de la drogadicción. Son jóvenes que destruyen sus vidas y las de sus familias, y también las de sus pueblos y ciudades, poniendo en riesgo a la Nación entera, causándote un enorme dolor a tu Sagrado Corazón. Son jóvenes que dicen no encontrarle sentido a la vida, porque han perdido el sentido de toda trascendencia y así se les ha ocultado tu Rostro, causa de felicidad de todo hombre. Son jóvenes que se han sumergido en el bajo mundo de la degradación moral, degradación que los lleva a corromper sus cuerpos y profanarlos, olvidando que sus cuerpos son templos del Espíritu Santo, adquiridos al altísimo precio de tu Preciosísima Sangre derramada en la Cruz. Son jóvenes que viven en un mundo de fracaso, de ruina, de aturdimiento, de vértigo, que los conduce peligrosamente al abismo que no tiene fin, el abismo de donde no sale, el abismo en donde no estás Tú, el Infierno. Jesús, te pedimos por la juventud de nuestros tiempos, y principalmente por la que ya se encuentra bajo el peso de este vicio, dura cadena de Satanás que los aprisiona y esclaviza; haz que estos jóvenes se conviertan y comprendan que no hay Amor, Paz, Alegría y Felicidad fuera de Ti. Jesús, a estos jóvenes que están atrapados en las redes de la drogadicción, libéralos, y atrápalos en cambio en las redes de tu Amor Divino; rompe la dureza de sus corazones con la dulzura de tu Amor; hazles sentir que estás vivo, comunícales de tu ternura y llena el vacío de sus corazones con tu Presencia, y así volverán sus rostros hacia Ti y te amarán, en el tiempo y en la eternidad. Amén.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).  

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Al Corazón benigno de María”.
        


No hay comentarios:

Publicar un comentario