Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario
meditado en reparación por el increíble, horrendo, atroz, crimen sacrílego
cometido en el corazón mismo de la Cristiandad, en la Basílica de San Pedro en
Vaticano: un hombre se desnudó y subió así, desnudo, al altar de la Basílica.
No dejamos de preguntarnos: ¿dónde estaba la Gendarmería Vaticana, la Guardia
Suiza, el Servicio Privado de Seguridad del Vaticano, los “carabinieri”
italianos? Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace.
https://www.youtube.com/watch?v=f8FvpJ9Ye4U
Canto
de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
Hay tres señales que pueden indicar al alma que está
en gracia y que corresponden a tres facultades del alma: la gracia concede luz
divina a la parte racional; concede la alegría divina a la parte concupiscible
y da la paz divina a la parte irascible. Esto se puede ver en la reflexión de
los Salmos: la luz divina cuando dice: “Señalada está sobre nosotros la luz de
tu rostro”; la alegría cuando dice: “Le diste alegría a mi corazón”; la paz,
cuando dice: “En paz dormiré y descansaré”[1].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
También es una señal de estar el alma en gracia cuando
no tiene conciencia de haber cometido un pecado mortal, al menos desde la
última confesión. La razón y la verdad, iluminadas por la luz de la fe, juzgan
por nada todos los bienes de la tierra; además, el alma tiene conocimiento de
sí misma y se desprecia como se merece, teniendo como dignos de estimación los
bienes espirituales y eternos, como el Reino de los cielos y la contemplación
del Rey de los cielos, el Cordero de Dios, Cristo Jesús.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Es signo también de estar el alma en gracia cuando se
alegra sólo en Dios Uno y Trino y sólo en Él tiene puesto su deseo y gusto, su
deleite y su esperanza, no amando cosa alguna creada sino al Creador de todas
las cosas y amando a las cosas en Él y por Él, teniendo en todas las cosas
pureza de intención, deseando y buscando únicamente la gloria de Dios.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
El alma en gracia, tiene paz en las adversidades, no
se enoja contra los que le agravian, no aborrece sino al pecado, cuyo odio ha sentido
con larga experiencia, de manera que no ha caído en él por mucho tiempo y está
con resolución firmísima de padecer todos los males posibles antes que cometer
una falta venial deliberada y menos un pecado mortal, deseando la muerte antes que
estas dos horribles acciones, que sabe el alma que ofenden gravemente a Dios y la
ponen en peligro de eterna condenación. Según algunos autores, puede haber alguna
certidumbre de que tal alma está en estado de gracia santificante[2].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Con relación a las almas que están en gracia, San León
dice: “El que desea saber si por ventura está en él Dios, de quien se dice: “Admirable
es Dios en sus santos”, escudriñe lo interior de su corazón con sincero examen
y haga sagaz inquisición, con qué humildad resiste a la soberbia, con qué benevolencia
contradice a la envidia, cómo no se deja adular de las lenguas de los
aduladores, cuánto se huelga con los bienes ajenos, si por mal que ha recibido
no desea devolver mal (…) mire en su corazón si está la madre de todas las
virtudes, que es la caridad y si hallare en sí intensamente el amor de Dios y
del prójimo de todo su corazón, de manera que desee para sus enemigos lo mismo
que desea para sí; quien fuere de esta manera, no dude que habita en él Dios y
le rige”[3].
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los
Ángeles”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre Francisco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario