Inicio:
ofrecemos esta
Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado, en reparación por los ultrajes
y sacrilegios cometidos contra la Eucaristía.
Canto inicial:
“Sagrado Corazón, Eterna Alianza”.
Oración inicial: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad,
de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en
reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él
mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sagrado Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Enunciación del Primer Misterio del Santo Rosario (misterios
a elección).
Meditación
Jesucristo, Dios Eterno de Dios Eterno, Luz de la Jerusalén
celestial, que desde la Eucaristía nos iluminas con la luz de la gracia, de la
Verdad y de la fe; Tú estás Presente con tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad,
en la Santa Eucaristía; Tú estás en la Eucaristía con el mismo Cuerpo con el que
te encarnaste, con el mismo Cuerpo con el que subiste a la Cruz, con el mismo
Cuerpo que fue glorificado en la Resurrección, y te has quedado en la
Eucaristía sólo para darnos tu Amor, el Amor de Dios, el Espíritu Santo, que
inhabita en tu Sagrado Corazón. Tú te has quedado en la Eucaristía para darnos
tu Amor, para reinar en nuestros corazones, para que hagamos de nuestros
corazones un altar en donde Tú seas adorado y amado, y sin embargo, los hombres
te desprecian y te posponen por los ídolos mundanos, por los ídolos
neo-paganos, y te dejan abandonado en el sagrario y, en el colmo del ultraje,
entronizan en sus corazones al demonio, el Enemigo de las almas. Por eso mismo,
queremos reparar estas ofensas, y proclamamos nuestra fe en tu Presencia real
en la Eucaristía, y te adoramos, te bendecimos, te glorificamos y te exaltamos
en el Santo Sacramento del altar, oh Cordero de Dios, que quitas los pecados
del mundo, que nos das a beber de tu Sangre y nos de comer tu Cuerpo
glorificado; bendito, alabado y adorado seas, en el tiempo y en la eternidad,
oh Jesús Eucaristía, nuestro Dios, nuestro Rey y nuestro Salvador.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación
del Segundo Misterio del Santo Rosario (misterios a elección).
Meditación
Jesús Eucaristía, Tú fuiste señalado por Juan el Bautista
como el “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”, y verdaderamente
puedes quitar todos los pecados del mundo porque eres Dios Hijo encarnado, que
asume nuestra naturaleza humana y adquiere un Cuerpo y un Alma humanos, creados
en el instante mismo de la Encarnación, con el solo objetivo de luego poder
subir a la cruz, para donarnos tu Amor. Tú eres el Dios Invisible e Intangible,
que habita en la luz inaccesible en la eternidad, que se hace carne, se encarna
en el seno purísimo de María para volverse Visible y Tangible en el tiempo y
nacer en la oscuridad de las tinieblas en las que vivimos, para iluminarnos con
la luz de tu Rostro, que es luz viva, que vivifica con la vida divina a quien
ilumina. Tú, con tu Humanidad Santísima, te revestiste de carne en el seno
virgen de María Santísima, para poder abrirnos las puertas de la Divina Misericordia,
cuando tu Corazón fuera traspasado en la cruz. Porque eres Dios Hijo encarnado,
que continúa y prolonga su Encarnación en la Eucaristía, y te quedas en el
sagrario para luego donarte como Pan de Vida y en la comunión para derramar en
nuestras almas todo el Amor de tu Sagrado Corazón Eucarístico, te alabamos, te
bendecimos y te glorificamos, oh Jesús Eucaristía, Cordero de Dios que quita
los pecados del mundo; porque eres nuestro Rey y queremos que reines en
nuestros corazones, te alabamos y te adoramos, oh Jesús Eucaristía, “Cordero
como degollado” (Ap 5, 6) que reinas
en el altar del cielo, en el altar eucarístico y en el sagrario, y porque te
reconocemos como nuestro Rey y Señor, es que te ofrecemos, por manos de María
Virgen, nuestra humilde oración y la reparación que te mereces por tantos
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, que recibes diariamente, en el Santísimo
Sacramento del altar.
Silencio
para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación
del Tercer Misterio del Santo Rosario (misterios a elección).
Meditación
Jesús Eucaristía, Tú eres el Pan Vivo bajado del cielo; Tú,
siendo Dios, te encarnaste en el seno de María Virgen, procediendo del seno del
eterno Padre, para asumir un Cuerpo humano y nacer como un Niño humano, para
entregarte como Pan de Vida eterna, un Pan que es tu Carne para la vida del
mundo; un Pan que sólo es apariencia de pan, porque es tu Carne glorificada, tu
Sangre divinizada, tu Alma llena de luz y de gloria divinas y tu Divinidad, que
eres Tú mismo, Dios Hijo, Verbo eterno del Padre; un Pan que ya no es más pan,
porque es Dios Eterno que se oculta bajo apariencia de pan; un Pan que
vivifica, con una vida nueva, la vida eterna, la vida misma que brota de tu Ser
divino trinitario; un Pan que no se hace con trigo de este mundo ni se cuece en
los hornos de este mundo, ni con el fuego de este mundo, porque es un Pan que se
hace con el Grano de trigo que cae en tierra y muere para dar fruto, y ese
Grano de trigo que muere y da fruto eres Tú, oh Jesús Eucaristía, que mueres en
la cruz para dar el fruto de la Resurrección, y es un Pan que se cuece en el
horno ardiente de caridad, que es tu Sagrado Corazón. Porque Tú eres el Pan de
Vida eterna, que vivifica con tu vida divina a todo aquel que lo recibe con fe
y con amor, te adoramos, te bendecimos, te alabamos, te amamos, oh Jesús
Eucaristía, Pan que baja del cielo sobre el altar eucarístico, para donarte a
nuestras almas y concedernos la Vida Eterna y reparamos por todas las veces que hemos comulgado sin
debida preparación; por todas las veces que te hemos recibido con un corazón
frío e indiferente, distrayéndonos en otras cosas que no eras Tú; reparamos por
todas las veces en que comulgamos y recibimos de Ti el océano infinito de tu
Amor misericordioso, pero luego no supimos o no quisimos dar mínimamente de ese
Amor recibido en la comunión, a nuestros hermanos; reparamos también por las
comuniones de nuestros hermanos, realizadas de la misma manera: comuniones
mecánicas, frías, indiferentes, incapaces de absorber el océano de Amor que nos
donas en cada Eucaristía; reparamos también por las comuniones sacrílegas y
blasfemas, que se hacen sólo para ofenderte, y te pedimos, para nuestros
hermanos, para nuestros seres queridos y para nosotros mismos, la gracia de la
conversión del corazón, de modo tal de que al comulgar, nuestros corazones sean
como esponjas secas arrojadas al mar, que sean corazones ávidos de tu infinito Amor
misericordioso, donado en cada eucaristía.
Silencio
para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación
del Cuarto Misterio del Santo Rosario (misterios a elección).
Meditación
Jesús Eucaristía, Tú dijiste en el Evangelio que habías
venido a traer fuego y que lo querías ya ver ardiendo; ese fuego es el Fuego del
Divino Amor, el Espíritu Santo, que inhabita en tu Sagrado Corazón Eucarístico;
ese fuego con el que quieres incendiar las almas, es el que envuelve en las
llamas del Amor de Dios a tu Sagrado Corazón Eucarístico, y Tú lo quieres
comunicar a todos, porque a todos quieres incendiar en el fuego que no quema ni
consume, sino que hace arder en el Divino Amor. Tú has
venido, Jesús, para encender nuestras almas y corazones con este Divino Fuego,
el mismo Divino Fuego que te llevó a soportar los crudelísimos dolores de la
Pasión, el mismo Fuego Santo que te llevó a subir a la cruz, para entregarte
como Víctima Inmaculada, Santa y Pura, en expiación por nuestros pecados, y es
el mismo Fuego Divino que quieres comunicarnos en cada comunión eucarística. Sin
embargo, oh Jesús, los hombres te desprecian y no quieren recibirte, porque al
Fuego de tu Sagrado Corazón, le anteponen los gustos y deleites del mundo y es
así que los hombres de hoy, en su gran mayoría, prefieren abrasarse en el ardor
de las pasiones sin control, antes que ser abrasados por el ardor del Amor
Divino; los hombres de hoy, en su mayoría, tienen sus corazones fríos como el
hielo, duros como la roca, oscuros como el sepulcro en el que fuiste sepultado
luego de tu Pasión. Te suplicamos, oh Señor Jesús, que por intercesión de
Nuestra Señora de la Eucaristía, concedas a nuestros corazones y los de
nuestros seres queridos, y los de todos los hombres, la gracia de ser como
madera seca o como el pasto seco, que al contacto con las llamas,
instantáneamente prenden fuego, para que nuestros pobres corazones, al contacto
con las llamas de Amor de tu Sagrado Corazón Eucarístico, se incendien en el
Fuego del Divino Amor, Fuego que consume pero que no solo no arde ni duele,
sino que produce gozo y alegría, en el tiempo y en la eternidad.
Silencio
para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación
del Quinto Misterio del Santo Rosario (misterios a elección).
Meditación
Jesús Eucaristía, Tú subiste a la cruz en el Monte Calvario,
para entregar tu Cuerpo y derramar tu Sangre, por nuestra salvación, y te
entregas a nosotros en cada Santa Misa, renovación incruenta del Santo
Sacrificio de la cruz, como el Banquete celestial que nos alimenta con manjares
substanciosos, no preparados en la tierra: el Pan Vivo bajado del cielo, tu
Cuerpo glorificado en la Eucaristía; la Carne del Cordero, asada en el Fuego
del Espíritu Santo, tu Humanidad santísima embebida en el Amor de Dios; y el
Vino de la Alianza Nueva y Eterna, la Sangre que brota de tu Sagrado Corazón,
como de una fuente inagotable. Tú te entregas a nosotros como un Manjar
exquisito, super-substancial, un manjar que es la delicia de los ángeles, un
manjar preparado por el Padre, el Pan Vivo bajado del cielo, la Carne del
Cordero y el Vino de la Vid verdadera, y sin embargo, los hombres prefieren,
antes que deleitarse con este manjar sobrenatural, los manjares y placeres del
mundo, ultrajando así al Padre Eterno, que prepara para nosotros, con todo
amor, la Mesa del altar, y es por eso que te ofrecemos nuestra humilde
adoración, como reparación por estos agravios e indiferencias, cometidas algunas
veces por nosotros mismos, porque también nosotros nos dejamos tentar, muchas
veces, por los manjares terrenos, olvidando que sólo la Eucaristía es el
Verdadero Maná bajado del cielo, que sacia y extra-colma al alma con las
delicias del Divino Amor, el Fuego que envuelve tu Sagrado Corazón.
Meditación final
Nuestra Señora de la Eucaristía, debemos ya retirarnos, pero
dejamos nuestros corazones en tus manos, para que los estreches contra tu
Inmaculado Corazón, cada vez que veas que se vuelven tibios y dejan de amar a
tu Hijo en la Eucaristía, para amar las cosas del mundo. De esta manera, oh Madre
de Dios y Madre nuestra, nos comunicarás el calor y el ardor del Amor de tu
Corazón sin mancha, en donde inhabita el Espíritu Santo, y así seremos capaces
de amar a tu Hijo Jesús, Presente en la Eucaristía, en medio de las cosas del
mundo. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
Oración final: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad,
de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en
reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él
mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sagrado Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “El Trece de
mayo en Cova de Iría”.
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