El Sagrado Corazón se nos representa, en la imagen, rodeado de espinas, envuelto en llamas, con la cruz en su base y con la herida abierta. Las espinas representan nuestros pecados consentidos, que hieren y lastiman al Sagrado Corazón a cada latido; las llamas, representan al Espíritu Santo, el Amor de Dios que inhabita en Él, y que se comunica por la Sangre que se derrama por la herida abierta por la lanza. Unámonos a la adoración que le tributan los ángeles, rodeando al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, Presente en el sagrario, con nuestro amor, nuestra adoración, nuestra acción de gracias y nuestras alabanzas, y hagamos el firme propósito de evitar las ocasiones de caer, para no herirlo más con nuestros pecados.
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